Vía Crucis
VIA CRUCIS 2022
Con su dolor esculpido en nuestro corazón
Dios Santo,
Acompáñanos mientras meditamos sobre
el camino de tu Hijo al Calvario.
Ayúdanos a recordar que todavía,
en la actualidad, muchos de tus hijos
siguen caminando hacia el Calvario,
llevando cruces pesadas y difíciles.
Que seamos como Simón para aquellos
cuyas cargas son demasiado pesadas
para llevarlas solos.
Que seamos como Verónica para aquellos
que necesitan el toque de amor y consuelo.
Y que nosotros,
luchando con nuestras propias cruces,
siempre recordemos tus promesas
de justicia, misericordia y paz.
Amén.
1ª Estación
Jesús es condenado a muerte
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Pilato, el único autorizado legalmente para ordenar ejecuciones, cede a los adversarios de Jesús y manda la crucifixión de un hombre inocente. Jesús ofrece su vida por nosotros libremente, porque es la voluntad de su Padre para nuestra salvación. Pilato, quien tiene el poder de vida o muerte sobre sus súbditos, ¡no puede tomar la vida de Jesús en contra de su voluntad! ¿Por qué? Porque su muerte se debió realmente al amor en vez que al odio. Jesús ofrece su vida, ¡por el perdón de nuestros pecados! De ahí que la cruz se convierte redentora. Nuestras cruces pueden ser redentoras también. Cuando Jesús nos invita a tomar nuestra cruz y seguirlo, no está hablando de tener una buena actitud — es decir, soportar sin quejarnos de las adversidades inevitables de la vida.
Eso es solo estoicismo. Más bien, él nos invita a abrazar libremente aquellas adversidades inevitables, pero las cuales sabemos que son la voluntad del Padre para nuestra salvación y la salvación de los demás. Como lo hizo Jesús, con amor abnegado.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Obispo Anthony B. Taylor, Diócesis de Little Rock
2ª Estación
Jesús con la cruz a cuestas
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Un hombre quebrantado, arrestado y detenido para ser cuestionado, golpeado, azotado y condenado ahora carga su cruz en las calles terregosas de Jerusalén. Esta escena es una velada amenazadora para otros que desafiasen a las autoridades de este tiempo. “¡No dejen que esto les pase a ustedes!” Quizás aparecemos en la escena como uno de los soldados, cumpliendo el deber de castigar a un criminal y defendiendo la ley de la tierra. Nuestra postura comunica autoridad y decencia auto-asumida. “¡Esto nunca me pasaría a mí!” Quizás aparecemos como uno de los acompañantes más cercanos a Jesús o incluso como su madre.
Su cuerpo ensangrentado y encorvado nos clama liberarlo de su carga, distanciarlo de los espectadores embobados y prevenir su crucifixión. “¡No puede estar pasándole esto a él!” Pero así fue. Y él no fue una víctima. Jesús tomó su cruz. La hipocresía e injusticia que él identificó se grabaron en esa cruz, al igual que la violencia y prejuicio que vino a borrar. Él la cargó con un propósito amoroso.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Cackie Upchurch, Ex Directora, Estudio Bíblico de Little Rock
3ª Estación
Jesús cae por primera vez
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

¿Acaso fue una piedra en el camino o un empujón de un soldado enojado? Como haya sido, Jesús fue sacudido por el impacto que se apodera cuando perdemos el control y la gravedad se hace cargo. Lo que parecía una eternidad fue solo un momento antes de que el impacto con el suelo sofocara el aliento de sus pulmones.
Un segundo después el peso de la cruz cayó sobre su cuerpo mallugado y golpeado. Por un momento, se quedó ahí luchando por respirar con el peso del mundo sobre su espalda y se dio cuenta que su mundo había cambiado para siempre. Cualquier cosa que eligiera, Él no tenía opción. Debe levantarse y seguir adelante. Por amor Él lo hace. Gracias, Señor Jesús, por comprender plenamente estos momentos en mi vida cuando he perdido el control y mi mundo cambia para siempre. Al morir mis padres, perder mi empleo, o terminar una relación, tú estás ahí. Tú compartes mi fatiga y mis derrotas. Sé mi aliento cuando no pueda respirar. Por amor y contigo a mi lado, levantaré mi cruz y seguiré adelante.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Chris Thomas, Iglesia de San Eduardo, Texarkana
4ª Estación
Jesús encuentra a su Madre
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús, en camino a su crucifixión y en medio de tanto dolor, encuentra a su Madre por un instante. Ambos comparten el mismo dolor en una mirada: Jesús el dolor por su pueblo; María el dolor por su Hijo. Jesús está a punto de culminar su misión al sacrificarse por el perdón de los pecados, mientras María recuerda aquellas palabras “una espada te atravesará el alma”. Sin embargo, esa mirada de dolor, refleja al mismo tiempo el más grande amor y esperanza. Dios nos da la oportunidad de encontrarnos con Cristo y con su Madre y sentir el amor y consuelo que solo Él puede ofrecer. ¿Cómo es nuestra mirada al encontrarnos con Jesús en nuestra vida diaria? ¿Refleja alegría nuestra mirada al ver el dolor ajeno? o ¿Refleja compasión, amor y esperanza? ¿Cuántas veces sentimos que el mundo se nos viene encima? ¿Nos dejamos consumir por los problemas? o ¿Confiamos en la voluntad de Dios?
Depende de nosotros responder con un “sí” como lo hizo María y como lo hizo Jesús. Recordemos que incluso el mayor dolor puede ser consolado por una expresión de amor.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: María Velázquez
5ª Estación
Simón ayuda a Jesús a cargar su Cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Entré a la ciudad preocupándome por mis cosas. Me di cuenta de que algo estaba pasando y la ira llenó el aire. El pueblo se reunía en mi camino. Estaba tratando de salir de ahí cuando lo miré. Fue impactante. ¿Cómo podría un hombre ser golpeado a tal grado de no poder levantarse? Él no podía hacerlo. ¿Qué están diciendo los soldados? Aquí vienen, ¿me golpearán también?
Les digo que me llamo Simón, pero que no soy parte de esto. Me aventaron junto a Él y estando cerca pude ver más que a un hombre golpeado. Nunca había visto tales ojos y me miraron profundamente. Él estaba sufriendo y a pesar de eso, cuando me acerqué Él me amó. Junto a Él me olvidé del ruido de la gente y de lo demás que pensaba hacer. Junto a él haría lo que necesitara.
Levanté su cruz. Ahora cuando miro el rostro de los que sufren lo miro a Él. Ahora me pide que lo ayude de nuevo, que levante esas cruces y que siga adelante. ¿Qué miras tú en los rostros de los que sufren? ¿Puedes levantar sus cruces?

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Padre Erik Pohlmeier, Director, Oficina de Formación en la Fe
6ª Estación
La Verónica limpia el rostro de Jesús
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Estando junto a ella, escuchas el sonido de la pesada cruz mientras Jesús se acerca. Su mirada de amor atraviesa tu corazón. Configurando tu corazón en el suyo, no hay marcha atrás. Otros entre la gente voltean su mirada lejos de él. Tienen miedo porque hay un precio por seguir a Jesús. Tú y la Verónica saben esto. Te preguntas, “¿Qué puedo hacer para ayudar a Jesús?”.
Él nos pide que ofrezcamos lo poco que tenemos. ¿Te arriesgarás por amor? Mientras la Verónica limpia el rostro de Jesús, su imagen queda grabada en la tela. El nombre Verónica significa “verdadera imagen”. ¿Eres tú una verdadera imagen de Jesús? ¿Representan tus obras las obras de Jesús? ¿Limpiarás el rostro de un bebé que llora, de los pobres, los inmigrantes, los adictos, tu prójimo? Hay otra obra aquí. Es la de Jesús. Él nos muestra humildad al recibir. ¿Puedes dejar a un lado tu orgullo y ego y clamar por ayuda cuando lo necesites? Detente y ruega por la gracia de dar y recibir en humildad.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Debbie Eckert, Iglesia de San José, Conway
7ª Estación
Jesús cae por segunda vez
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Ahí cayó con su rostro en la tierra, goteando el sudor de su frente, con las rodillas raspadas y ensangrentadas. Oh qué no daría porque todo terminara en ese instante. Pero Jesús va solo a mitad del camino, a mitad del camino hacia el Calvario. A pesar de estar agotado encuentra la fuerza para levantarse y continuar.
La vida algunas veces nos pesa y nos tira al suelo sin energía ni fortaleza. La oración se seca. Nuestros empleos parecen no tener sentido. Nuestras relaciones fallan. Parece que la alegría no existe.
Somos tentados a darnos por vencidos en ese momento. Pero ahí no termina, la vida sigue. Todo lo que necesitamos hacer es estrechar nuestra mano al Señor, y él se acercará y nos tomará y nos levantará. Él tomará el peso de la cruz y nos ayudará a cargarla.
Él caminará cada paso de nuestro camino con nosotros y cuando lleguemos al final él estará ahí.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Diácono Chuck Ashburn, Oficina de Vocaciones y Seminaristas
8ª Estación
Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús, cargando su cruz camino al Calvario, se voltea para hablarle a las mujeres que lo acompañan (Lucas 23, 27-31). La escena es más compleja de lo que parece. ¿Quién está consolando a quién? Las mujeres alientan a Jesús en su sufrimiento, y Él las fortalece por lo que tendrán que enfrentar ellas mismas. Seguramente parte de la razón por la cual caminan con este profeta que está sufriendo es porque sienten que sus propias vidas serán afectadas por los eventos perturbadores que se aproximan. Las palabras de Jesús no suenan como consuelo: “no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos”. Pero ayudan para enfocar la vaga inquietud de las mujeres, y, en una sociedad que hace caso omiso por las preocupaciones de las mujeres haciendo ver que son causadas por su imaginación o emociones, Jesús las
consuela tomándolas en cuenta. Algunas veces cuando sufrimos, estamos tan enfocados en nuestro propio dolor que no nos damos cuenta de que las personas a nuestro lado sufren también.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Padre Jerome Kodell, OSB, Abadía Subiaco
9ª Estación
Jesús cae por tercera vez
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

¿Alguna vez te has preguntado por qué has podido seguir adelante en la vida a la cual Dios te ha llamado? ¿Cómo es posible que puedas continuar cuando todo lo que quieres hacer es darte por vencido? Es porque sabes de una manera misteriosa, en lo más profundo de tu alma, que el Señor Jesucristo nunca se da por vencido. Él está siempre dispuesto a levantarse una vez más por ti y seguir hasta el final. San Pablo nos alienta justo antes de su martirio: “En cuanto a mí, estoy a punto de sacrificar mi vida y se acerca el momento de mi partida. He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado lo que me confiaron. “Solo me queda recibir la corona de toda vida santa con la que me premiará aquel día el Señor, juez justo; y conmigo recibirán todos lo que anhelaron su venida gloriosa” (2ª Tim. 4, 6-8). Reza un Padrenuestro en aceptación de la voluntad de Dios para tu vida.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Padre Tony Robbins, Párroco, Iglesia de San José, Conway
10ª Estación
Jesús es despojado de sus vestiduras
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

María fue la primera en verlo. Su pequeño hijo. Hermoso. Formado perfectamente. Creado a imagen y semejanza de Dios. “Formado de manera admirable”. ¿Cómo llegó a esto? Su pequeño hijo ahora era un hombre. Aún hermoso. Aún a imagen y semejanza de su Padre. Sin embargo ahora comparecía ante la multitud, despojado, humillado y golpeado. ¿Cómo puede ser esto? En el principio, María no sabía lo que costaría su sí. ¿Por qué lo hizo? Por amor. ¿Cómo lo hizo? Ella confió en su Padre. Jesús sabía que el costo sería su vida. Él respondió sí también. Era la voluntad de su Padre, ser despojado de cualquier cosa y de todo lo que se interpusiera entre ellos. ¿Por qué lo hizo? Por nuestra salvación. ¿Cómo lo hizo? Él confió en su Padre. Se nos invita a imitar a María y a su Hijo. Permitir que Dios nos despoje de cualquier cosa y de todo lo que se interponga entre nosotros y él. ¿Por qué hacerlo? Por amor y salvación. ¿Cómo lo haremos? Confiando en nuestro Padre. Respondiendo sí.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Betsy McNeil, Iglesia de San Vicente de Paúl, Rogers
11ª Estación
Jesús es clavado en la Cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

“Verán al que ellos mismos traspasaron” (Juan 19, 37). Él es clavado en la cruz y desde ahí todavía nos llama a mirarlo. Cómo nuestros corazones son conmovidos por su sufrimiento y ofrenda. Muchos miembros del cuerpo de Cristo son crucificados y clavados en la cruz hoy. ¿A quién verás en esa cruz? A los vulnerables e indefensos de la sociedad, a los bebés no nacidos, a los pobres, a los inmigrantes, a las víctimas de violencia y guerra, a las víctimas de un sistema económico que beneficia a pocos, a las personas sufriendo de adicciones, a las personas clavadas por la indiferencia de muchos que se llaman a sí mismos cristianos. “…Muchos tienen las manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda” (Papa Francisco,“Evangelii Gaudium”, 211). Quizás a través de nuestro apostolado, podemos unir nuestros propios sufrimientos y encontrar nuestro rostro entre estas personas crucificadas en el mundo. Roguemos para que podamos encontrar nuestro rostro en el rostro de Jesús siendo clavado en la cruz de nuestra salvación.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Padre Rubén Quinteros, Iglesia del Inmaculado Corazón de María.
12ª Estación
Jesús muere en la Cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús clama en voz fuerte. Tú volteas y ves su rostro ensangrentado y golpeado. “Tengo sed”, dice Él. Después de probar un poco de vino, dice: “Todo ha concluido”. El Cordero Pascual de Dios completa su misión de amor abnegado para que podamos tener nueva vida. Jesús está en control y obedece la voluntad de Dios. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Él respira por última vez e inclina su cabeza. Ofrece su espíritu: el suyo a Dios y el don del Espíritu Santo a nosotros. El tapiz masivo del Templo, el velo que separa al Santo de Santos, se parten en dos – de arriba abajo. La tierra se estremece. Jesús nos da acceso al perdón misericordioso y vida eterna de Dios. El centurión romano y sus soldados exclaman en la crucifixión: “¡Verdaderamente, este era el Hijo de Dios!” El centurión glorifica a Dios por medio de su testimonio. Los espectadores golpean sus pechos. ¿A qué o a quién encomiendas tu espíritu? ¿Compartes abiertamente tus creencias, como el centurión? ¿Podremos comprender en realidad lo que verdaderamente pasó? Gracias, Señor, por tu misericordia.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Betsy Wiederkehr Huss, Iglesia del Santísimo Sacramento.
13ª Estación
Jesús es bajado de la Cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Este es el lamento de Cristo. El cuerpo ensangrentado y despojado aliviado de los clavos, de su corona y del peso de la cruz, transmitidos desde su bautismo. Jesús dijo que la cruz traería al pueblo hacia él, y vemos comenzar esto mientras su cuerpo desciende a los brazos de su madre. La multitud se prensa sobre ella, llorando por él. Así que, Él se somete una vez más al mundo. Así es como Dios nos ama: por nosotros, se despojó de sí mismo, nosotros lo golpeamos con nuestro pecado y lo abandonamos. Pero ahora una espada atraviesa nuestro corazón. Sabemos que es nuestro pecado lo que hizo esto: “Cada alma es un Calvario y cada pecado una cruz”. Así que él quiere que lo mantengamos cerca, como una piedad constante. Con amor, abrazamos el cuerpo golpeado de Cristo el Señor, y mostramos su sacrificio, su amor al mundo. Así como Cristo se dio a sí mismo al Padre, así debemos hacer nuestra piedad diaria: en adoración, en oración y en servicio, muriendo a nosotros mismos para tenerlo a él, a los pobres, a los enfermos, a los rechazados y solitarios.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Edward Dodge, Maestro, Preparatoria Católica, Little Rock
14ª Estación
Jesús es puesto en el sepulcro
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Todo está en silencio. Jesús fue a la tumba prestada, inocente y sin protestar. El sufrimiento, la traición, y la tortura son tragadas en la oscuridad. ¿Dónde están todos? ¿Dónde estaría yo? Jesús, lo siento. Esperamos. Jesús enséñame a cómo ser paciente y esperar por lo que tienes planeado para mí. Ayúdame a ayudar a aquellos que sufren y que están solos en su oscuridad. Perdóname, Señor, por fallar en reconocer qué tan precioso es el don de la vida. Perdóname por no valorar la vida. Por favor concédeme la gracia de perdonar a aquellos que me han lastimado siguiendo tu camino al Calvario y siguiendo tu santo ejemplo. Ayúdame a reconocer mis cruces con alegría, porque cuando acepto mi cruz me uno a ti. Todo está en silencio. Solo en el sepulcro sé que estoy en tu corazón. Ayúdame a tomar tu amor e iluminar la oscuridad de este mundo. Sé que no me abandonarás.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Meditación: Betsy Wiederkehr Huss, Iglesia del Santísimo Sacramento.
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Millón gracias por ayudarme en la oración del Vía Crucis, ha sido la energía para alimentar las fuerzas para orar y aumentar mi amor y gratitud a Dios
Hermoso Viacrucis 💖