La Pascua

Del 21 de abril al 8 de junio

Foto: www.tododisca.com

Para nosotros los cristianos es la sangre de Cristo derramada en la Cruz, la que cubrirá a todo el pueblo escogido y a todas las personas que escuchen la voz del Pastor y cumplan sus mandamientos y ellas serán las que vivirán la Pascua eterna junto a Él.

Hay que estar entonces conscientes que todos seremos llamados a su presencia un día y tendremos un juicio particular y luego vendrá el juicio general. Sin embargo, la Misericordia de Dios estará presente en ese juicio.
Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas nos relatan la última cena celebrada por Jesús junto a sus discípulos como una Cena de Pascua. Está presente el pan ázimo, las copas de vino y las bendiciones. Pero el significado nuevo dado por Jesús a la comida es el anuncio de su propia muerte; ya no se conmemorará la salida de Egipto sino la muerte del Señor como sacrificio pascual. Esta idea la desarrolla más el evangelista Juan, al mostrar a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Es decir, Jesús muere al mismo tiempo en que las familias judías acudían al templo a sacrificar a los corderos para celebrar la pascua. Podemos encontrar en la primera carta a los Corintios, así como en la primera carta de Pedro, que se insiste en la importancia del sacrificio redentor de Jesús. Su muerte dada gratuitamente para todo el mundo tiene un valor expiatorio superior a todos los sacrificios y leyes del antiguo Israel.
Este tiempo Pascual que nos regala el Señor como una pre-vivencia de la Pascua Eterna, es el más fuerte de todo el año litúrgico, y comprende 50 días que van desde el Domingo de la Resurrección del Señor hasta el Domingo de Pentecostés.

Se debe celebrar con alegría y jubilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran Domingo. Es la Pascua de Cristo, que pasa de la muerte a la vida, a la vida gloriosa y eterna. Es la pascua también del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia y que es introducida en la Vida Nueva por medio del Espíritu Santo derramado en Pentecostés.
La entrega de Jesús por amor, la Eucaristía como fuente de unión con Él y la alegría de la Resurrección como un hecho del presente y no del pasado son los misterios más grandes de nuestra Fe: “en la muerte de Cristo nuestra muerte fue vencida y en su resurrección resucitamos todos”, como dice el Prefacio II de Pascua.
La Pascua es el paso del Señor por nuestras vidas, transformándola toda, haciéndonos semejantes a Él. ¡Cristo venció a la muerte y al pecado, y nos enseña a hacerlo cada día y a cada instante porque nos ha redimido y nos ha dado la libertad!
¡FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN 2025!

Ing. Alexandra de Marín,
Conductora del programa “Familia puertas adentro”

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