San Pedro y San Pablo

San Pedro y San Pablo

Dos vocaciones

Fueron dos personajes muy distintos. Pedro fue un pescador rudo, probablemente inculto, espontáneo, voluntarioso y con altibajos en su comportamiento. Pablo fue un fariseo culto, apasionado, y, a partir de su conversión, muy seguro de sí mismo, creativo y luchador valiente y decidido. Pedro fue el primero en confesar la fe en el Mesías y sobre él fundó Cristo su Iglesia. Pablo fue el principal predicador y propagador de la fe cristiana y el principal fundador de las primeras comunidades cristianas. Pedro se dedicó principalmente a predicar la fe entre los judíos; Pablo fue el apóstol de los gentiles.

Foto: es.wikipedia.org

Pero lo que más me interesa a mí destacar hoy es que estos dos grandes apóstoles, tan distintos ellos, vivieron y actuaron siempre movidos por un mismo Espíritu, por el Espíritu de Jesús de Nazaret, por el Espíritu Santo. Y esta fue la raíz y causa de su éxito y de su fecundidad. Yo creo que esto, para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI, que no permitimos que se dude de nuestra mayoría de edad y de nuestro talante independiente, culto y propio, debe ser un aspecto que debemos tener muy en cuenta. Podemos ser muy distintos en el carácter, en la cultura, en nuestra vivencia de lo religioso, en nuestra vocación y en nuestras actividades; pero si estamos todos llenos de un mismo espíritu, del Espíritu de Jesús de Nazaret, todos caminaremos en la misma dirección, aunque caminemos por caminos distintos. No debe asustarnos la diversidad, ni en la religión, ni en la vida.

La diversidad es necesaria y no vamos a poder nunca evitarla, pero es que, además, que es fuente de progreso y estímulo para la búsqueda. Cada uno de nosotros somos y actuamos como individuos únicos e irrepetibles, distintos a cada uno y a todos los demás, pero, si tenemos el mismo Espíritu, todos colaboraremos al bien común, al bien de la persona, de la sociedad y de la Iglesia. Repito: Pedro y Pablo fueron muy distintos, pero los dos se dejaron guiar siempre por el Espíritu de Jesús de Nazaret y eso fue bueno para la difusión y consolidación de la primitiva Iglesia cristiana. Tratemos nosotros de imitar su ejemplo.

“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. San Mateo (16, 13-20)

Un mismo espíritu

El Señor me libró de todas mis ansias. La fe, traducida en una confianza sin límites en el poder y en el amor del Señor, hizo que San Pedro y San Pablo no perdieran nunca el entusiasmo y la valentía en la predicación del evangelio. Los dos sufrieron calamidades sin cuento, en el cuerpo y en el alma, siendo encarcelados varias veces, continuamente perseguidos y, al final, condenados a muerte.
Pero ninguna dificultad les quitó el ánimo, ni el entusiasmo interior. Su fe les dio siempre la seguridad de que el Señor resucitado estaba de su parte y, de hecho, esta seguridad de que el Señor les protegía y les amaba fue la que, realmente, les libró de todas sus ansias. Muchas veces, nuestros miedos y nuestras inseguridades, interiores y exteriores, son simplemente falta de fe. Si sabemos que Dios está con nosotros no podrán vencernos las dificultades, ni el dolor, ni la muerte. San Pedro y San Pablo fueron en esto, como en tantas otras cosas, un ejemplo admirable.

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Esta fiesta de San Pedro y San Pablo nos ha ayudado a todos a conocer mejor al apóstol de las gentes. ¿Podemos decir también que este año ha ayudado a los cristianos a seguirle y a amarle con más fidelidad y con más fuerza? Esperemos que así haya sido. Así se lo pedimos, con humildad y confianza, al Señor Jesús, de quien San Pablo se declaró siempre humilde siervo.

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Por Gabriel González del Estal
Tomado de: elsalvadormisionero.org

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