En Adviento: limpia, ordena y adorna tu corazón.

Por: Lic. Cristóbal Flores Borja.

En Adviento limpiemos nuestro corazón.

Y ¿Cómo me preparo pues soy pecador y con muchos defectos? Pues muy fácil, primero reflexiona y pregúntate: ¿Qué tengo que limpiar de mi corazón, casa, de mi familia? Y esto es: ¿Qué cosas me separan de Dios?, ¿Cómo lo ofendo? ¿En qué le he fallado?, ¿falta de generosidad, de amor, de humildad, de justicia para con mi esposa, hijos, amigos, padres…? 

Esta reflexión te ayudará a ver con mayor claridad lo que estaba “sucio” y podrás poner “manos a la obra” para remediarlo, pero todo esto es a nivel humano, pero si quieres algo trascendente, que te dé la gracia y la fuerza espiritual para mantenerte “limpio” invoca siempre al Señor y Dador de Vida, que nos iluminará y guiará para hacer bien la limpieza, así poder acudir a la Confesión y Jesús, el Rey, llegará a un corazón, a una familia y a una vida limpia.

Ordenemos nuestro corazón.

Hemos “limpiado”, ahora “ordenemos» ¿pero qué hay que ordenar? Pues todo: tus valores, tus creencias, tus prioridades. Pregúntate qué tan ordenado eres en tu persona, en tu espiritualidad, en tu familia. ¿A qué le das prioridad en tu vida? ¿ A tus diversiones, a tu trabajo, a tu familia, a tu Matrimonio, a Dios? ¿O simplemente la jerarquía de mis prioridades es adecuada? ¿Qué tengo que cambiar para recibir a Jesús como Él merece?

Adornemos el corazón, el interior con lindos detalles.

Ahora que tu “corazón”, tu “alma” está limpia y ordenada, adórnala con detalles de amor, de alegría, de generosidad. Son esas virtudes que puedes ir desarrollando en las actividades diarias. Este tiempo de Adviento es muy propicio para desarrollar virtudes y luchar por su permanencia.

Teniendo un corazón limpio, ordenado y adornado, ahora hay que disfrutar y estar alegres por quién viene a habitar mi corazón, por quien le dará luz, paz, tranquilidad y sobre todo “sentido” trascendente. Porque Él me dará una felicidad auténtica que no me da ni el dinero, ni las posesiones, ni la belleza, ni el éxito mundano, y así viviendo esa alegría que viene de Dios yo estaré más preparado para llevar esa Alegría a los demás en mi familia, en mi trabajo y con toda la gente que me rodea.

Pues esto es el Adviento, tiempo de preparación, de reflexión, de alegría y de esperanza, esperar al Hijo de Dios que cambiará mi vida y la llenará de sentido y de amor.

Un elemento que nos ayuda a vivir el Adviento con mayor plenitud es la corona de Adviento, que consiste en un follaje verde circular que contiene cuatro velas y un lazo rojo. Cada vela representa una semana de las de preparación, cada domingo de Adviento se enciende una vela y se reflexiona sobre la limpieza, orden, adorno o alegría que se está viviendo como familia o como persona. La corona circular representa la eternidad, el lazo rojo, el amor de Dios y las velas la fe con la que preparamos nuestro cambio interior cada semana. 

¡Vivamos un Adviento diferente y profundo para que nuestro corazón sea la cuna que reciba al Niño Jesús!

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