Conmemoración de los Fieles Difuntos – 2 de Noviembre

Una Iglesia, tres estados

Para comprender bien el significado cristiano de las fiestas que vivimos en torno a nuestros difuntos, es necesario entender que la Iglesia Católica se divide en tres estados:

  1. Iglesia triunfante
    Es la Iglesia glorificada, conformada por todos aquellos que fallecieron y gozan ya de la presencia del Señor; es decir, que vivieron intensamente el amor a Dios y a sus hermanos, que fueron modelo de vida por haberse apegado a los valores del Evangelio.
  2. Iglesia purgante
    Está integrada por los fieles difuntos, por personas que murieron en amistad con Dios, pero que aún tienen faltas que expiar. Una vez purificados de toda mancha, son admitidas en la Gloria.
  3. Iglesia militante
    Está conformada por todos los fieles cristianos que aún nos encontramos con vida y luchamos por alcanzar la salvación.

El Día de los Fieles Difuntos es conmemorado por la Iglesia Católica cada 2 de noviembre “un día después de la Solemnidad de Todos los Santos”, a fin de recordar que hay personas bautizadas que aún están en el Purgatorio, hermanos nuestros en el Bautismo, que siguen unidos a Cristo por el Espíritu Santo y que, por lo tanto, no dejan de ser hijos de Dios.
Debemos recordar que a la presencia de Dios la persona solo puede llegar limpia de pecados, mismos que, si bien nos son perdonados por los méritos de Jesús “a través de los signos del Bautismo, la Reconciliación y la Unción de los Enfermos”, para poder expiarlos en vida debemos cumplir con las reparaciones de daños establecidas en la penitencia; “pero a veces, lo que nos queda de vida no es suficiente para ello, y entonces tenemos que pagar esa pena temporal en el Purgatorio”.
Como Iglesia militante, los vivos podemos ayudar a quienes están en el Purgatorio (Iglesia purgante) a liberarse de esa sombra de pecado que les impide estar ya en la presencia del Señor, mediante oraciones, obras buenas e indulgencias concedidas a su favor. “¡Qué consolador saber que todavía podemos demostrar nuestro amor a nuestros seres queridos muertos mediante estos regalos que nos aporta nuestra fe!”.
La Iglesia enseña que la amistad permanece después de la muerte, y es por eso que los católicos preparamos ofrendas, arreglos de flores, visita a los cementerios, etc.; para honrar a nuestros difuntos. Creemos también que algún día estaremos junto a ellos en el Cielo, adonde Jesús ha ido a prepararnos una habitación.

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