Vía Crucis de Benedicto XVI

Extracto del Via Crucis, www.vatican.va
Imágenes: Raúl Berzosa

Recordemos a Bendicto XVI con su Via Crucis

“Únicamente podemos ver a Jesús con el corazón”

“Creemos firmemente que Jesucristo se entregó en la Cruz para ofrecernos su amor; en su Pasión, soportó nuestros sufrimientos, cargó con nuestros pecados, nos consiguió el perdón y nos reconcilió con Dios Padre, abriéndonos el camino de la vida eterna”.

ORACIÓN INICIAL
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor Jesucristo, has aceptado por nosotros correr la suerte del grano de trigo que cae en tierra y muere para producir mucho fruto (Jn 12, 24). Nos invitas a seguirte cuando dices: «El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna» (Jn 12, 25). Sin embargo, nosotros nos aferramos a nuestra vida. No queremos abandonarla, sino guardarla para nosotros mismos. Queremos poseerla, no ofrecerla. Tú te adelantas y nos muestras que solo entregándola salvamos nuestra vida. Mediante este ir contigo en el Vía crucis quieres guiarnos hacia el proceso del grano de trigo, hacia el camino que conduce a la eternidad. La cruz –la entrega de nosotros mismos– nos pesa mucho. Pero en tu Vía crucis tú has cargado también con mi cruz, y no lo has hecho en un momento ya pasado, porque tu amor es por mi vida de hoy. La llevas hoy conmigo y por mí y, de una manera admirable, quieres que ahora yo, como entonces Simón de Cirene, lleve contigo tu cruz y que, acompañándote, me ponga contigo al servicio de la redención del mundo. Ayúdame para que mi Vía crucis sea algo más que un momentáneo sentimiento de devoción. Ayúdanos a acompañarte no solo con nobles pensamientos, sino a recorrer tu camino con el corazón, más aún, con los pasos concretos de nuestra vida cotidiana. Que nos encaminemos con todo nuestro ser por la vía de la cruz y sigamos siempre tu huellas. Líbranos del temor a la cruz, del miedo a las burlas de los demás, del miedo a que se nos pueda escapar nuestra vida si no aprovechamos con afán todo lo que nos ofrece.
Ayúdanos a desenmascarar las tentaciones que prometen vida, pero cuyos resultados, al final, solo nos dejan vacíos y frustrados. Que en vez de querer apoderarnos de la vida, la entreguemos. Ayúdanos, al acompañarte en este itinerario del grano de trigo, a encontrar, en el «perder la vida», la vía del amor, la vía que verdaderamente nos da la vida, y vida en abundancia (Jn 10, 10).

“Únicamente podemos ver a Jesús con el corazón”

I ESTACIÓN

Jesús es condenado a muerte

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: según San Mateo 27, 22-23,26.

MEDITACIÓN
El Juez del mundo, que un día volverá a juzgarnos, está allí, humillado, deshonrado e indefenso delante del juez terreno. Pilato no es un monstruo de maldad. Sabe que este condenado es inocente; busca el modo de liberarlo. Pero su corazón está dividido. Y al final prefiere su posición personal, su propio interés, al derecho. También los hombres que gritan y piden la muerte de Jesús no son monstruos de maldad. Muchos de ellos, el día de Pentecostés, sentirán “el corazón compungido” (Hch 2, 37).

ORACIÓN
Señor, has sido condenado a muerte, porque el miedo al “qué dirán” ha sofocado la voz de la conciencia. Sucede siempre así a lo largo de la historia; los inocentes son maltratados, condenados y asesinados. Cuántas veces hemos preferido también nosotros el éxito a la verdad, nuestra reputación a la justicia. Da fuerza en nuestra vida a la sutil voz de la conciencia, a tu voz. Mírame como lo hiciste con Pedro después de la negación. Que tu mirada penetre en nuestras almas y nos indique el camino en nuestra vida. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

II ESTACIÓN

Jesús es condenado a muerte

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: según San Mateo 27, 27-31.

MEDITACIÓN
Jesús, condenado por declararse rey, es escarnecido, pero precisamente en la burla emerge cruelmente la verdad. ¡Cuántas veces los signos de poder ostentados por los potentes de este mundo son un insulto a la verdad, a la justicia y a la dignidad del hombre! Cuántas veces sus ceremonias y sus palabras grandilocuentes, en realidad, no son más que mentiras pomposas, una caricatura de la tarea a la que se deben por su oficio, el de ponerse al servicio del bien. Jesús, precisamente por ser escarnecido y llevar la corona del sufrimiento, es el verdadero rey.

ORACIÓN
Señor, te has dejado escarnecer y ultrajar. Ayúdanos a no unirnos a los que se burlan de quienes sufren o son débiles. Ayúdanos a reconocer tu rostro en los humillados y marginados. Ayúdanos a no desanimarnos ante las burlas del mundo cuando se ridiculiza la obediencia a tu voluntad. Tú has llevado la cruz y nos has invitado a seguirte por ese camino (Mt 10, 38). Danos fuerza para aceptar la cruz, sin rechazarla; ni dejar que nuestros corazones se abatan. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

III ESTACIÓN

Jesús cae por primera vez

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: del profeta Isaías 53, 4-6.

MEDITACIÓN
El hombre ha caído y cae siempre de nuevo: cuántas veces se convierte en una caricatura de sí mismo y, en vez de ser imagen de Dios, ridiculiza al Creador. Jesús que cae bajo la cruz no es solo un hombre extenuado por la flagelación. El episodio resalta algo más profundo, como dice Pablo en la carta a los Filipenses: “Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo y así se rebajó hasta someterse incluso a la muerte”.

ORACIÓN
Señor Jesús, el peso de la cruz te ha hecho caer. El peso de nuestro pecado, el peso de nuestra soberbia, te derriba. Pero tu caída no es signo de un destino adverso, no es la pura y simple debilidad de quien es despreciado. Has querido venir a socorrernos porque a causa de nuestra soberbia yacemos en tierra. Señor, ayúdanos porque hemos caído. Ayúdanos a renunciar a nuestra soberbia destructiva y, aprendiendo de tu humildad, a levantarnos de nuevo. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

IV ESTACIÓN

Jesús se encuentra con su Madre

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: según San Lucas 2, 34-35,51.

MEDITACIÓN
En el Vía crucis de Jesús está también María, su Madre. Durante su vida pública debía retirarse para dejar que naciera la nueva familia de Jesús, la familia de sus discípulos. También hubo de oír estas palabras: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?… El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre” (Mt 12, 48-50). Y esto muestra que ella es la Madre de Jesús no solamente en el cuerpo, sino también en el corazón.

ORACIÓN
Santa María, Madre del Señor, has permanecido fiel cuando los discípulos huyeron. Al igual que creíste cuando el ángel te anunció lo que parecía increíble, también has creído en el momento de su mayor humillación. Por eso, en la hora de la cruz, en la hora de la noche más oscura del mundo, te han convertido en la Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia. Te rogamos que nos enseñes a creer y nos ayudes para que la fe nos impulse a servir y dar muestras de un amor que socorre y sabe compartir el sufrimiento. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V ESTACIÓN

Jesús cae por primera vez

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: según San Mateo 27, 32; 16, 24.

MEDITACIÓN
Simón de Cirene, de camino hacia casa, se encuentra casualmente con aquella triste comitiva de condenados. Los soldados usan su derecho de coacción y cargan al robusto campesino con la cruz. De este encuentro involuntario ha brotado la fe. Acompañando a Jesús y compartiendo el peso de la cruz, el Cireneo comprendió que era una gracia poder caminar junto a este Crucificado y socorrerlo. Cada vez que nos acercamos con bondad a quien sufre, a quien es perseguido o está indefenso, ayudamos a llevar la misma cruz.

ORACIÓN
Señor, a Simón de Cirene le has abierto los ojos y el corazón, dándole, al compartir la cruz, la gracia de la fe. Ayúdanos a socorrer a nuestro prójimo que sufre, aunque esto contraste con nuestros proyectos y nuestras simpatías. Danos la gracia de reconocer como un don el poder compartir la cruz de los otros y experimentar que así caminamos contigo. Danos la gracia de reconocer con gozo que, precisamente compartiendo tu sufrimiento y los sufrimientos de este mundo, nos hacemos servidores de la salvación. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

VI ESTACIÓN

Jesús se encuentra con su Madre

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: del profeta Isaías 53, 2-3.

MEDITACIÓN
“Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro” (Sal 26, 8-9). Verónica, según la tradición griega, encarna este anhelo, el anhelo de todos los creyentes de ver el rostro de Dios. Ella, en principio, en el Via crucis de Jesús no hace más que prestar un servicio de bondad femenina: ofrece un paño a Jesús. No se deja contagiar ni por la brutalidad de los soldados, ni inmovilizar por el miedo de los discípulos. Es la imagen de la mujer buena que, en la turbación y en la oscuridad del corazón, mantiene el brío de la bondad, sin permitir que su corazón se oscurezca.

ORACIÓN
Danos, Señor, la inquietud del corazón que busca tu rostro. Protégenos de la oscuridad del corazón que ve solamente la superficie de las cosas. Danos la sencillez y la pureza que nos permiten ver tu presencia en el mundo. Cuando no seamos capaces de cumplir grandes cosas, danos la fuerza de una bondad humilde. Graba tu rostro en nuestros corazones, para que así podamos encontrarte y mostrar al mundo tu imagen. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

VII ESTACIÓN

Jesús cae por segunda vez

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: de las Lamentaciones 3, 1-2.9,16.

MEDITACIÓN
La tradición de las tres caídas de Jesús y del peso de la cruz hace pensar en la caída de Adán –en nuestra condición de seres caídos– y en el misterio de la participación de Jesús en nuestra caída. Ésta adquiere en la historia formas siempre nuevas. En su primera carta, san Juan habla de tres obstáculos para el hombre: la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida. Interpreta de este modo, desde la perspectiva de los vicios de su tiempo, con todos sus excesos y perversiones, la caída del hombre y de la humanidad.

ORACIÓN
Señor Jesucristo, has llevado nuestro peso y continúas llevándolo. Es nuestra carga la que te hace caer. Pero levántanos tú, porque solos no podemos reincorporarnos. Líbranos del poder de la concupiscencia. En lugar de un corazón de piedra, danos de nuevo un corazón de carne, un corazón capaz de ver. Danos esperanza en medio de toda esta oscuridad, para que seamos portadores de esperanza para el mundo. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

VIII ESTACIÓN

Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: según San Lucas 23, 28-31.

MEDITACIÓN
Oír a Jesús cuando exhorta a las mujeres de Jerusalén que lo siguen y lloran por él, nos hace reflexionar. ¿Cómo entenderlo? ¿Se tratará quizás de una advertencia ante una piedad puramente sentimental, que no llega a ser conversión y fe vivida? De nada sirve compadecer con palabras y sentimientos los sufrimientos de este mundo, si nuestra vida continúa como siempre. Por esto el Señor nos advierte del riesgo que corremos nosotros mismos. Nos muestra la gravedad del pecado. No se puede seguir quitando importancia al mal contemplando la imagen del Señor que sufre.

ORACIÓN
Señor, a las mujeres que lloran les has hablado de penitencia, del día del Juicio cuando nos encontremos en tu presencia, en presencia del Juez del mundo. Nos llamas a superar un concepción del mal como algo banal. Conviértenos y danos una vida nueva; no permitas que, al final, nos quedemos como el leño seco, sino que lleguemos a ser sarmientos vivos en ti, la vid verdadera, y que produzcamos frutos para la vida eterna (cf. Jn 15, 1-10). Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

IX ESTACIÓN

Jesús cae por tercera vez

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: de las Lamentaciones 3, 27-32.

MEDITACIÓN
¿Qué puede decirnos la tercera caída de Jesús bajo el peso de la cruz? Quizás nos hace pensar en la caída de los hombres, en que muchos se alejan de Cristo, en la tendencia a un secularismo sin Dios. Pero, ¿no deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo en su propia Iglesia? En cuántas veces se abusa del sacramento de su presencia, y en el vacío y maldad de corazón donde entra a menudo. ¡Cuántas veces celebramos solo nosotros, sin darnos cuenta de Él! No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Señor, sálvanos (cf Mt 8,25).

ORACIÓN
Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero los empañamos nosotros mismos. Nosotros quienes te traicionamos, no obstante los gestos presuntuosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

X ESTACIÓN

Jesús es despojado de sus vestiduras

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: según San Mateo 27, 33 -36.

MEDITACIÓN
El vestido confiere al hombre una posición social, le hace ser alguien. Ser desnudado en público, significa que Jesús no es nadie, no es más que un marginado, despreciado por todos. El momento de despojarlo nos recuerda también la expulsión del paraíso: ha desaparecido en el hombre el esplendor de Dios y ahora se encuentra en el mundo desnudo y al descubierto, y se avergüenza. Jesús asume una vez más la situación del hombre caído. Jesús despojado nos recuerda que todos nosotros hemos perdido la “primera vestidura” y, por tanto, el esplendor de Dios.

ORACIÓN
Señor Jesús, has sido despojado de tus vestiduras, expuesto a la deshonra, expulsado de la sociedad. Te has cargado de la deshonra de Adán, sanándolo. Te has cargado con los sufrimientos y necesidades de los pobres, aquellos que están excluidos del mundo. Concédenos un profundo respeto hacia el hombre en todas las fases de su existencia y en todas las situaciones en las cuales lo encontramos. Danos el traje de la luz de tu Gracia. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

XI ESTACIÓN

Jesús clavado en la Cruz

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: según San Mateo 7, 37-42.

MEDITACIÓN
La Sábana Santa de Turín nos permite hacernos una idea de la increíble crueldad de este procedimiento. Jesús no bebió el calmante que le ofrecieron: asume conscientemente todo el dolor de la crucifixión. Su cuerpo está martirizado; se han cumplido las palabras del Salmo: “Yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo” (Sal 21, 27).
Dejémonos clavar a él, no cediendo a ninguna tentación de apartarnos, ni a las burlas que nos inducen a darle la espalda.

ORACIÓN
Señor Jesucristo, te has dejado clavar en la cruz, aceptando la terrible crueldad de este dolor, la destrucción de tu cuerpo y de tu dignidad. Te has dejado clavar, has sufrido sin evasivas ni compromisos. Ayúdanos a no desertar ante lo que debemos hacer. A unirnos estrechamente a ti. A desenmascarar la falsa libertad que nos quiere alejar de ti. Ayúdanos a aceptar tu libertad “comprometida” y a encontrar en la estrecha unión contigo la verdadera libertad. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

XII ESTACIÓN

Jesús muere en la Cruz

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: según San Juan 19, 19-20.

MEDITACIÓN
Sobre la cruz –en las dos lenguas del mundo de entonces, el griego y el latín, y en la lengua del pueblo elegido, el hebreo– está escrito quien es Jesús: el Rey de los judíos, el Hijo prometido de David. Pilato, el juez injusto, ha sido profeta a su pesar.
El mundo se oscurece cuando el Hijo de Dios padece la muerte. La tierra tiembla. Y junto a la cruz nace la Iglesia en el ámbito de los paganos. El centurión romano reconoce y entiende que Jesús es el Hijo de Dios. Desde la cruz, él triunfa siempre de nuevo.

ORACIÓN
Señor Jesucristo, en la hora de tu muerte se oscureció el sol. Constantemente estás siendo clavado en la cruz. En este momento histórico vivimos en la oscuridad de Dios. Por el gran sufrimiento, y por la maldad de los hombres, el rostro de Dios, tu rostro, aparece difuminado, irreconocible. Pero en la cruz te has hecho reconocer. Porque eres el que sufre y el que ama. Muéstrate de nuevo al mundo en esta hora. Haz que se manifieste tu salvación. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

XIII ESTACIÓN

Jesús es bajado de la cruz

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: según San Mateo 27, 54-55.

MEDITACIÓN
Jesús está muerto, de su corazón traspasado por la lanza del soldado romano mana sangre y agua: misteriosa imagen del caudal de los sacramentos, del Bautismo y de la Eucaristía, de los cuales, por la fuerza del corazón traspasado del Señor, renace siempre la Iglesia. A Él no le quiebran las piernas como a los otros dos crucificados; así se manifiesta como el verdadero cordero pascual, al cual no se le debe quebrantar ningún hueso (cf Ex 12, 46). En la noche de la muerte, el Señor muerto sigue siendo nuestro Salvador. La Iglesia de Jesucristo, su nueva familia, comienza a formarse.

ORACIÓN
Señor, has bajado hasta la oscuridad de la muerte. Pero tu cuerpo es recibido por manos piadosas y envuelto en una sábana limpia (Mt 27, 59). La fe no ha muerto del todo, el sol no se ha puesto totalmente. Ayúdanos, ayuda a los pobres y a los ricos, a los sencillos y a los sabios, para poder ver por encima de los miedos y prejuicios, y te ofrezcamos nuestros talentos, nuestro corazón, nuestro tiempo, preparando así el jardín en el cual puede tener lugar la resurrección. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

XVI ESTACIÓN

Jesús es puesto en el sepulcro

Guía: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Responden: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio: según San Mateo 27, 59-61.

MEDITACIÓN
Jesús, deshonrado y ultrajado, es puesto en un sepulcro nuevo con todos los honores. Nicodemo lleva una mezcla de mirra y áloe de cien libras para difundir un fragante perfume. Ahora, en la entrega del Hijo, como ocurriera en la unción de Betania, se manifiesta una desmesura que nos recuerda el amor generoso de Dios, la «sobreabundancia» de su amor. El Verbo de Dios, que es carne y también pan para nosotros, a través de la cruz y la resurrección. Sobre el sepulcro de Jesús resplandece el misterio de la Eucaristía.

ORACIÓN
Señor Jesucristo, al ser puesto en el sepulcro has hecho tuya la muerte del grano de trigo, te has hecho el grano de trigo que muere y produce fruto con el paso del tiempo hasta la eternidad. Desde el sepulcro iluminas para siempre la promesa del grano de trigo del que procede el verdadero maná, el pan de vida en el cual te ofreces a ti mismo. Haz que podamos alegrarnos de esta esperanza y llevarla gozosamente al mundo, para ser de este modo testigos de tu resurrección. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

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