La Dolorosa del Colegio

La Dolorosa del Colegio

La mirada de una Madre

El Milagro de La Dolorosa ocurrió hace 118 años en el Colegio San Gabriel de los Padres Jesuitas en Quito. Cada vez que contemplamos la imagen de la Madre, Patrona de la Educación Católica en nuestro país, se siente su presencia amorosa.

Era el 20 de Abril de 1906 y estaban sentados en el comedor del Colegio San Gabriel de Quito, 36 jóvenes internos acompañados por el Padre Andrés Roesch y el Hermano Luis Alberdi. De pronto uno de ellos sintió una mirada tierna que los abrazaba como la Madre más cariñosa del mundo y que enmarcaba toda su vida juvenil. Se detuvo a mirarla y vio que la imagen parpadeaba prodigiosamente por varias ocasiones durante 15 minutos. Inmediatamente lo comunicó a sus compañeros y a todos los que se encontraban en el lugar y quedaron atónitos ante el Milagro de La Dolorosa. Después de indagaciones y procesos, la autoridad eclesial declaró que podía creerse este hecho con fe puramente humana y por lo mismo podía prestarse a la imagen que lo había ocasionado, el culto permitido por la Iglesia y acudir a ella con especial confianza.
El Señor en su infinita Misericordia hizo este milagro a través de su Madre porque el futuro de la niñez y juventud en el primer país consagrado al Sagrado Corazón de Jesús estaba en riesgo. Seis años atrás se había suprimido la enseñanza religiosa en los colegios fiscales, esto es, se había restringido la libertad de enseñanza; se había negado a los colegios católicos, recibir exámenes y otorgar títulos académicos, también se prohibía por ley la llegada al país de nuevas órdenes religiosas y se habían suprimido los noviciados de órdenes contemplativas. Y en medio de toda esta des-religiosidad, aparece nuestra Madre con su mensaje a través de su mirada de Fortaleza y Paz para todo aquel que se dejare mirar por ella.

Parpadeó o lloró la imagen de la Virgen, ¿importa? ¿Por qué? ¿Por qué se manifestó en aquel momento y por qué no vuelve a suceder otro milagro igual, ahora que estamos viviendo una situación de secularización y profundas grietas de valores y virtudes? La razón humana para la venida de Jesús fueron nuestros pecados y la razón divina fue Su Amor. Roguemos por tanto que su segunda venida anunciada por los profetas sea pronto y se instaure ya para nuestro disfrute, el Reino de Dios.
Sigamos suplicándole “Ea, pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente! ¡Oh piadosa! ¡Oh, dulce Virgen Maria!” Ruega por nosotros Oh Madre Dolorosa. ¡Amén!

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