Santa Madre de Lourdes

11 de febrero

Bajo el amparo de nuestra Santa Madre de Lourdes

“En esperanza fuimos salvados”

Día Mundial del enfermo 2025

Este año 2025 la Campaña del Enfermo está determinada por celebrarse en un año Jubilar. El Papa Francisco nos propone como lema para este Jubileo: “Peregrinos de Esperanza”, que hacemos lema de nuestra Campaña con un tema en consonancia: “En esperanza fuimos salvados” (Rom 8,24) . Debido a este acontecimiento tan importante que viviremos en la Iglesia, nos ha parecido oportuno centrar la reflexión en los Temas de Formación en el sentido de este Jubileo de 2025 y diversos aspectos de la esperanza en la que somos peregrinos.

En la Nochebuena de 2024, en vísperas de la Navidad, el Papa Francisco abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, iniciando oficialmente el Jubileo de la Esperan-za 2025. En la ceremonia, el Santo Padre aseguró que al comenzar este año jubilar “entramos en el tiempo de la mi-sericordia y del perdón, para que se revele a todo hombre y a toda mujer el camino de la esperanza que no defrauda (…) Con la apertura de la Puerta Santa damos inicio a un nuevo Jubileo. Cada uno de nosotros puede entrar en el misterio de este anuncio de gracia (…) Para acoger este regalo, estamos llamados a ponernos en camino con el asombro de los pastores de Belén. El Evangelio dice que ellos, habiendo recibido el anuncio del ángel, ‘fueron rá-pidamente’. Esta es la señal para recuperar la esperanza perdida: renovarla dentro de nosotros, sembrarla en las de-solaciones de nuestro tiempo y de nuestro mundo rápida-mente”. Se trata, por tanto, de adentrarnos en este misterio de gracia, de crecer en la intimidad con el Señor en la ora-ción. Sólo así “cuanto más enraizados estamos en Cristo, cuanto más cercanos estamos a Jesús, más encontramos la serenidad interior” (Papa Francisco, Homilía del III

mingo de Adviento de 2017) y podremos ser instrumentos de esperanza, de alegría y consuelo para nuestros enfer-mos. Para ayudarles a ellos, y a cuantos les cuidan, a vi-vir este tiempo especial de gracia tendremos que dejarnos inundar de la Misericordia del “Padre de nuestro Señor Je-sucristo, el Padre de las misericordias y Dios de toda con-solación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros seamos capaces de consolar a los que se encuentran en cualquier tribulación, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. Porque, así como abundan en nosotros los padeci-mientos de Cristo, así abunda también nuestra consolación por medio de Cristo. Pues, si somos atribulados, es para consuelo y salvación vuestra; si somos consolados, es para vuestro consuelo, que muestra su eficacia en la paciencia con que soportáis los mismos sufrimientos que nosotros. Y es firme nuestra esperanza acerca de vosotros, porque sa-bemos que, así como sois solidarios en los padecimientos, también lo seréis en la consolación (II Cor 1, 3-7).

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