La Presentación del Señor en el Templo

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P. Romeo Ballan, MCCJ

Solemnidad 2 de febrero

La Presentación
del Señor en el Templo

Foto: Maestro Raúl Berzosa

¡El cántico de Simeón es de largo alcance, llega lejos, a todos los pueblos! Tiene, por eso, un gran contenido misionero: ¡Cristo es luz y salvación para todos los pueblos!

Con la fiesta de la Presentación del Señor Jesús en el templo concluye litúrgicamente el ciclo de las celebracio-nes navideñas. Hasta hace algunas décadas, las reflexio-nes y comentarios espirituales sobre este misterio gozoso del Rosario (el cuarto) giraban en torno a la Purificación legal de María después del parto, según “la Ley del Señor” en el Primer Testamento. Después de la reforma conciliar de la liturgia, se ha puesto el énfasis de la fiesta en la Pre-sentación del Señor Jesús. Al ser fiesta del Señor, ha pasa-do al domingo, como ocurre este año. Es una de las fiestas cristianas más antiguas: en Jerusalén se celebraba ya en el siglo IV. La llamaban la Fiesta del encuentro entre Dios y la humanidad (I lectura); es la celebración popular de la Candelaria, con la bendición y la procesión de las velas.
El profeta Malaquías (I lectura) presenta el ingreso del Señor en su templo como un momento glorioso, con una ta-rea purificadora “como el fuego del fundidor y como la lejía de los lavanderos” (v. 2). Este momento solemne necesita que alguien prepare el camino: “Yo envío a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. Y en seguida entrará en su templo el Señor que ustedes buscan” (v. 1). El salmo responsorial ensalza el ingreso del “rey de la gloria… fuerte y valiente”.
El autor de la carta a los Hebreos (II lectura), con tonos más humildes y cargados de sufrimiento, habla de un Sal-vador que se ha hecho “en todo semejante a sus hermanos, para ser un sumo sacerdote misericordioso y digno de fe en las cosas que miran a Dios para expiar los pecados del pue-blo” (v. 17). Además de hacerse semejante a sus hermanos, Cristo ha mostrado su plena solidaridad con ellos hasta car-gar sobre sí los pecados de todos: “fue probado” y “padeció personalmente”; por tanto, “puede socorrer a los que son pro-bados” (v. 18). La solidaridad de Cristo con toda la familia hu-mana no tiene límites; en su contacto personal con la miseria y el sufrimiento humano, Jesús “no se avergüenza de llamar-los hermanos” (Eb 2,11). ¡Cualquiera que sea su condición!
El evangelista Lucas presenta los dos momentos de la fiesta de hoy (Evangelio). Ante todo, narra la purificación legal de María y la ofrenda por el rescate del primogénito según “la Ley del Señor” (v. 22-24). Luego Lucas dedica un amplio espacio a la presentación del “Ungido del Señor” (v. 26), como “salvación” preparada “delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas” (v. 30-32).

Así lo proclama Simeón: “hombre justo y piadoso” (v. 25), “movido por el Espíritu” (v. 27) que “estaba sobre él” (v. 25). La palabra de Simeón, iluminado por el Espíritu, nos ofrece una síntesis del plan de Dios para la salvación de todos los pueblos: Cristo es la luz que Dios ha escogido para revelarse al mundo entero. Según el plan de Dios Padre, la salvación de la familia humana pasa a través de Cristo.
Simeón, que toma en sus brazos al Niño, y Ana, que comparte con otros su gozo por ese neonato especial, son el retrato de una ancianidad serena y símbolos de esperan-za. Están juntos allí, un niño y dos ancianos serenos y con-tentos: pasado y futuro, experiencia y esperanza de vida, un encuentro feliz entre generaciones. Simeón y Ana logran “ver” en aquel Niño lo que los demás no ven. Simeón ve en la muerte no el final, sino el cumplimiento de su vida. Ana, con sus 84 años, nos brinda ejemplos hermosos, típicos de la vida de muchos ancianos: se siente útil, sirve, reza e irradia el gozo de vivir. (*)
¡El cántico de Simeón es de largo alcance, llega lejos, a todos los pueblos! Tiene, por eso, un gran contenido mi-sionero: ¡Cristo es luz y salvación para todos los pueblos! Por tanto, siguiendo este plan salvífico de Dios y la lógica de la misión, el Papa Francisco convoca a toda la Iglesia, es decir, a “cada cristiano y cada comunidad” para realizar una “nueva salida misionera”, hacia “todas las periferias”, para llevar por doquier la luz del Evangelio.

Palabras del Papa Francisco

(*) “La liturgia nos muestra a Jesús que va al encuentro de su pueblo. Es la fiesta del encuentro: la novedad del Niño se encuentra con la tradición del templo; la promesa halla su cumplimiento; María y José, jóvenes, encuentran a Simeón y Ana, ancianos. Todo se encuentra, en definitiva, cuando llega Jesús… Cuando acogemos a Jesús como el Señor de la vida, el centro de todo, el corazón palpitante de todas las cosas, entonces Él vive y revive en nosotros. Y nos sucede lo mismo que pasó en el templo: alrededor de Él todo se encuentra, la vida se vuelve armoniosa. Con Jesús hallamos el ánimo para seguir adelante y la fuerza para estar firmes. El encuentro con el Señor es la fuente.

Papa Francisco, Homilía en la fiesta de la Presentación del Señor.

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