Novena Navideña

NOVENA

Viviendo
una Navidad distinta

En Navidad usualmente ponemos mucha atención a las pajas y poca al niño y sin embargo, este niño que está en la cuna, nos hace una invitación muy urgente, no digo ni siquiera importante, aún más, muy urgente y es la invitación a la paz y a la reconciliación.
Los ángeles dijeron en su anuncio a los pastores: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Este anuncio de paz es el mismo Jesús, porque Él es la paz verdadera. Por ello, si queremos un país en paz, hemos de tener en cuenta, en esta navidad, que para alcanzarla necesitamos del perdón y de la reconciliación.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
(Se reza tres veces Gloria al Padre).

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, mereciste que todo un Dios te escogiese por Madre suya, te suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
(Se reza tres veces el Avemaría).

ORACIÓN A SAN JOSÉ
¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan soberanos misterios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuviste al Divino Niño, me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
(Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria).

ORACIÓN AL NIÑO JESÚS
Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.
Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que, en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

Ilustración: Emma Polo Vera

DÍA PRIMERO

Miremos la vida con esperanza
Filipenses 4, 4-9
“Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres y den a todos muestras de un espíritu muy abierto. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica. Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, fíjense en todo lo que encuentren de verdadero, noble, justo, limpio; en todo lo que es fraternal y hermoso; en todos los valores morales que merecen alabanza. Pongan en práctica todo lo que han aprendido, recibido y oído de mí, todo lo que me han visto hacer, y el Dios de la paz estará con ustedes.”
Palabra de Dios: R/ Te alabamos Señor.

Reflexión:
Este sin duda ha sido un año muy difícil, lleno de muchas sorpresas.
Nos hemos podido dar cuenta que lo que pensábamos era seguro dejó de serlo. La salud, el trabajo, el dinero, y hasta la fe tambalearon.
Nos dimos cuenta que pasábamos la vida creyéndonos dioses y señores de nuestra vida y de nuestra historia, y la circunstancias actuales nos dieron literalmente una bofetada.
Pero esa bofetada no tenemos que verla como un castigo, sino como el golpe que recibimos en la mejilla por parte del obispo el día de la confirmación. Un pequeño golpe que nos hace despertar del sueño o del letargo en el que estábamos sumergidos, una bofetada que nos hace conscientes de nuestra realidad y nos abre a la amistad con Dios.
Es entonces la amistad con Dios la que nos llena de esperanza y de entusiasmo, y es la que nos permite vivir la alegría de la que nos habla el Apóstol Pablo en la Carta a los Filipenses “Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres y den a todos muestras de un espíritu muy abierto”.
No es sencillo vivir en la alegría, pero es posible. Se hace posible en la medida en que dejamos de lamentarnos de nuestra situación actual y contribuimos para hacer de este mundo y de esta realidad un lugar mejor. Sin duda que el camino no será sencillo, nadie dijo que lo fuera, pero con Cristo, fuente de la esperanza, las cargas se hacen llevaderas, y lo imposible se hace posible. “Pongan en práctica todo lo que han aprendido, recibido y oído de mí, todo lo que me han visto hacer, y el Dios de la paz estará con ustedes.” (Fil 4,4-9).

DÍA SEGUNDO

Vivamos el amor propio
Primera Carta de Juan, 4, 7-15
“Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor. Miren cómo se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su Hijo único a este mundo para que tengamos vida por medio de él. En esto está el amor; no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos mutuamente. A Dios no lo ha visto nadie jamás, pero si nos amamos unos a otros, Dios está entre nosotros y su amor da todos sus frutos entre nosotros.
Y ¿cómo sabemos que permanecemos en Dios y él en nosotros? Porque nos ha comunicado su Espíritu. Pero también hemos visto nosotros, y declaramos, que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo. Quien reconozca que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.”
Palabra de Dios: R/ Te alabamos Señor.

Reflexión:
Por lo general solemos confundir el amor propio con el egocentrismo, o con la vanidad, pero ambas están muy alejadas de lo que es y significa el amor propio, ya que este nos pone en relación directa con Dios. La lectura de la Primera Carta de Juan nos habla precisamente de nuestra dignidad de hijos de Dios. Fuimos reclamados por Él a precio de sangre, la sangre de Jesús. Eso quiere decir que no somos cualquier cosa, que en verdad Él nos ama y somos importantes para Él, y si somos importantes para Él, es porque somos muy valiosos.
El amor propio en este sentido nos lleva a vivir dignamente, a caminar con la frente en alto, a reconocer el sacrifico tan grande que Jesús ha hecho por nosotros y a responder con amor al inmenso amor que Dios nos da cada día. En esta Navidad vivamos dignamente. Abandonemos por amor a Dios todo lo que nos hace daño. Dejemos de lado las dietas que nos enferman, los rencores, las peleas, las relaciones tóxicas y conflictivas; abandonemos las borracheras, las drogas, y toda clase de adicciones y acciones que dañan y corrompen nuestro cuerpo y nuestro espíritu. El amor propio no es “darse gusto” en todo, pues hay gustos que nos destruyen. El amor propio es dejarse amar por Dios; sentirnos amados por Él, y tomar decisiones sobre nosotros mismos en virtud de ese amor.

DÍA TERCERO

Vivamos en el amor a Dios
Del Santo Evangelio según San Marcos 12, 28-34
“Entonces se adelantó un maestro de la Ley. Había escuchado la discusión, y se quedaba admirado de cómo Jesús les había contestado. Entonces le preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?” Jesús le contestó: “El primer mandamiento es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es un único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. Y después viene este otro: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento más importante que éstos.” El maestro de la Ley le contestó: “Has hablado muy bien, Maestro; tienes razón cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todas las víctimas y sacrificios”. Jesús vio que esta era respuesta sabia y le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y después de esto, nadie más se atrevió a hacerle nuevas preguntas”.
Palabra de Dios: R/ Te alabamos Señor.

Reflexión:
Seguramente que en nuestras casas tenemos una imagen de la Virgen, del Sagrado Corazón de Jesús, o de un santo de nuestra devoción, y que en Navidad y Año Nuevo hacemos rituales para atraer la “buena suerte”. Tratamos de buscar de muchas maneras la bendición de Dios para nosotros y para los que nos rodean; pero Dios no quiere que lo veamos como a un subsidiario, ni mucho menos como a un amuleto.
Puede que alguna vez nos hayamos sentido molestos por personas que solo se acercan a nosotros con el interés de sacar algún provecho; es por ello que la relación con Dios no puede ser solo por interés. Amar a Dios es mucho más que hacer un altar, o mandar bendecir agua, sal o aceites. Amar a Dios es sacar tiempo para estar con Él, lo mismo que se hace con los amigos. Amarlo es hablarle, escucharlo, consultarle sobre nuestras decisiones. Es sentir y saber que a pesar de nuestra realidad, Él está con nosotros. Es una relación que se construye todos los días, en los momentos de alegría y no solo en los de necesidad.
Solo así podremos amarlo con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra inteligencia y con todas nuestras fuerzas.
No se puede amar genuinamente lo que no se conoce.

DÍA CUARTO

Vivamos en el amor al prójimo
Primera Carta de Juan, 4, 16, 21
“Por nuestra parte, hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es amor: el que permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él. Cuando el amor alcanza en nosotros su perfección, miramos con confianza al día del juicio, porque ya somos en este mundo como es Él.
En el amor no hay temor. El amor perfecto echa fuera el temor, pues hay temor donde hay castigo. Quien teme, no conoce el amor perfecto. Amemos, pues, ya que Él nos amó primero. Si uno dice “Yo amo a Dios” y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Pues este es el mandamiento que recibimos de Él: el que ama a Dios, ame también a su hermano”.
Palabra de Dios: R/ Te alabamos Señor.

Reflexión:
Una de las grandes críticas que nos hacen como cristianos católicos es que no somos coherentes entre lo que hacemos y lo que decimos. Los que nos ven venir a Misa se quejan de nuestro mal genio, de las malas caras que hacemos, de lo mal que tratamos a los demás. Un hijo o una hija difícilmente asistirá a una Iglesia en donde papá o mamá después de llegar de misa, discuten entre sí, hablan mal de sus vecinos, son violentos, son infieles, viven en la amargura.
La amistad con Dios exige que amemos a los demás y que tengamos gestos de ese amor con los que nos rodean. Los primeros que deben sentirse amados son los de nuestra familia, a quienes vemos. No podemos pensar en salir de la casa directo a la Iglesia, dejando a la familia en el caos y en el descuido.
La vida de fe y la vida de familia se complementan. El primer prójimo que necesita ser amado y debe sentirse amado es el de nuestra casa. No podemos jugar a ser luz en la calle y oscuridad en la casa. El amor a Dios nos compromete a ser serviciales, atentos, respetuosos, comprensivos; a perdonar, a pedir perdón, a curar las heridas. Amar al prójimo es más que dar mercado o limosna; es hacer viva nuestra fe en el servicio de quienes nos necesitan, es encarnar el Evangelio en nuestras vidas.

Tomado de: Parroquia San Basilio
Congregación Padres Basilianos

DÍA QUINTO

Vivamos en apertura a la novedad
Apocalipsis 21, 1-7
“Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, y el mar no existe ya. Y vi a la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia que se adorna para recibir a su esposo. Y oí una voz que clamaba desde el trono: “Esta es la morada de Dios con los hombres; Él habitará en medio de ellos; ellos serán su pueblo y Él será Dios-con-ellos; Él enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte ni lamento, ni llanto ni pena, pues todo lo anterior ha pasado”. Y el que está sentado en el trono dijo: “Ahora todo lo hago nuevo”. Luego me dijo: “Escribe que estas palabras son ciertas y verdaderas”. Y añadió: “Ya está hecho; yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tenga sed yo le daré de beber gratuitamente del manantial del agua de la vida. Esa será la herencia del vencedor: yo seré Dios para él, y él será hijo para mí”.
Palabra de Dios: R/ Te alabamos Señor.

Reflexión:
“Un cielo nuevo y una tierra nueva”, “una nueva Jerusalén”, “Ahora todo lo hago nuevo” Estas frases del libro del Apocalipsis nos hablan de la novedad. Dios no es estático, permanece para siempre y desde siempre, pero está en continuo movimiento, haciendo nuevas todas las cosas.
Nuestra vida también está en movimiento. Es por ello que debemos ver cada etapa de nuestra vida como una oportunidad para crecer. Para ser mejores.
Los cambios nos ponen muchas veces en crisis, pues tenemos miedo de que cambie el mundo que nos era conocido, en el que teníamos nuestras seguridades, pero cuando nos cerramos a la novedad, nos cerramos también a la oportunidad de una vida mejor. La lógica es que busquemos siempre mejorar como personas y mejorar nuestras condiciones de vida; y para ello no podemos seguir haciendo lo mismo, esperando resultados distintos.
Dios es novedad, es oportunidad, pues de Él aprendemos siempre algo nuevo; nos enseña a ver la vida de una manera distinta y a asumirla de una manera novedosa. En este año y en las situaciones actuales, nos hemos dado cuenta que el mundo puede cambiar de manera dramática, y que debemos adaptarnos a los cambios; pero de la mano de Dios podemos seguir adelante y es Él quien nos da la sabiduría y fortaleza para seguir adelante.

DÍA SEXTO

Vivamos poniendo “Manos a la Obra”
Del santo Evangelio según San Lucas 10, 1-9
“Después de esto, el Señor eligió a otros setenta y dos discípulos y los envió de dos en dos delante de él, a todas las ciudades y lugares a donde debía ir. Les dijo: “La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe obreros a su cosecha. Vayan, pero sepan que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos. Al entrar en cualquier casa, bendíganla antes diciendo: La paz sea en esta casa. Si en ella vive un hombre de paz, recibirá la paz que ustedes le traen; de lo contrario, la bendición volverá a ustedes. Mientras se queden en esa casa, coman y beban lo que les ofrezcan, porque el obrero merece su salario. No vayan de casa en casa. Cuando entren en una ciudad y sean bien recibidos, coman lo que les sirvan, sanen a los enfermos y digan a su gente: El Reino de Dios ha venido a ustedes”.
Palabra de Dios: R/ Te alabamos Señor.

Reflexión:
El Señor les dice a los setenta y dos discípulos que “rueguen al dueño de la cosecha que envíe obreros a su cosecha”, pero no solo les pide orar, sino que también los manda a trabajar; esa puede ser la esencia del popular dicho “a Dios rogando, pero con el mazo dando”.
Y es que nosotros debemos orar, pero también trabajar. No quedarnos solo mirando al cielo esperando que todo se haga por obra y gracia divina. Dios se encarga obviamente de hacer lo imposible, pero a nosotros nos toca hacer lo posible; es decir, nos toca hacer lo que está en nuestras manos; lo que está en nuestras posibilidades.
¿Quieres que tu familia sea mejor? Pues te toca empezar a ti siendo mejor. ¿Quieres mejorar tu situación laboral? Pues esfuérzate más y prepárate más. ¿Quieres tener salud? Pues entonces cuidad de ella. ¿Quieres ser más espiritual? Entonces dedica más tiempo a la oración y a la caridad. El mundo, la vida que soñamos la construimos entre todos. No podemos quedarnos solamente pidiéndole a los demás que hagan y echándole culpas cuando no hacen. Es importante tener una actitud madura y responsable. Tomar consciencia que somos responsables de nuestra propia vida y de nuestro propio destino. Debemos orar, trabajar, hacer, esforzarnos.

DÍA SEPTIMO

Vivamos la generosidad
Del Santo Evangelio según San Lucas 21,1-4
“Jesús levantó la mirada y vio a los ricos poniendo sus ofrendas en la caja del dinero del templo. También vio a una viuda pobre que estaba dando dos pequeñas monedas de cobre como ofrenda. Entonces Jesús dijo: En verdad les digo que esta pobre viuda dio más que todos los demás. Porque todos ellos dieron de lo que les sobraba, pero ella, a pesar de su pobreza, entregó todo lo que tenía para vivir.
Palabra de Dios: R/ Te alabamos Señor.

Reflexión:
Esta es una temporada del año que se caracteriza por dar y recibir regalos, por compartir con nuestros seres queridos y por demostrarles nuestro cariño y nuestra estimación por medio de una comida, un saludo especial o un detalle.
Sin lugar a dudas que los detalles o los regalos son importantes, pero hay algo que lo es aún más, y es ser generosos con cosas que de verdad nos cuestan, a ejemplo de la viuda pobre del Evangelio; y eso no implica como tal un esfuerzo económico. Qué bueno que en la familia se viva la generosidad; ser generosos en el buen trato, en las palabras de afecto, de perdón y de agradecimiento, ser generosos colaborando los unos con los otros, pasando tiempo de calidad juntos. Que cambiemos la mirada no a la pantalla del celular o del televisor, sino que nos miremos a los ojos. Que dialoguemos de cosas importantes.
En este tiempo de preparación para vivir la Navidad, contemplamos a la familia de Nazaret, la humildad del Niño Jesús que se despojó de todo para darnos todo.
Este es un tiempo para recapacitar en muchas maneras. De recuperar el amor que se nos perdió en el camino porque fuimos tacaños en dar amor. Que los esposos recuerden su compromiso de amarse en las buenas y en las malas, que los padres que han abandonado a sus hijos, sean capaces de asumir con amor ese don que han recibido de ser papá o de ser mamá. Que los hijos que viven en la rebeldía y que reniegan de sus padres cambien su corazón y den gracias a Dios por la bendición de tenerlos. Esas son las ofrendas que en verdad valen la pena. En este tiempo se nos anima a practicar la caridad con los más necesitados, pero puede que en este caso, los más necesitados sean los de nuestra misma casa, nuestra propia familia. Que el Señor nos ayude a ser generosos y a dar con alegría.

DÍA OCTAVO

Vivamos en el agradecimiento
Salmo 30, 1-13
“Te alabaré, Señor, porque me has levantado y muy poco se han reído mis contrarios. Señor, Dios mío, clamé a ti y tú me sanaste. Señor, me has sacado de la tumba, me iba a la fosa y me has vuelto a la vida. Que sus fieles canten al Señor, y den gracias a su Nombre santo. Porque su enojo dura unos momentos, y su bondad toda una vida. Al caer la tarde nos visita el llanto, pero a la mañana es un grito de al gría. Cuando me iba bien, decía entre mí: “Nada jamás me perturbará”. Por tu favor, Señor, yo me mantenía como plantado en montes poderosos; apenas escondiste tu rostro, vacilé. A ti clamé, Señor, a mi Dios supliqué. “¿Qué ganas si me muero y me bajan al hoyo? ¿Podrá cantar el polvo tu alabanza o pregonar tu fidelidad? ¡Escúchame, Señor, y ten piedad de mí; sé, Señor, mi socorro! Tú has cambiado mi duelo en una danza, me quitaste el luto y me ceñiste de alegría. Así mi corazón te cantará sin callarse jamás ¡Señor, mi Dios, por siempre te alabaré!”
Palabra de Dios: R/ Te alabamos Señor.

Reflexión:
Cuando recibimos un grado, un trofeo o un reconocimiento es común escuchar grandes discursos en donde se da gracias a muchas personas por el éxito logrado. Cada fin de año también damos gracias a Dios no porque todo fue fácil, sino que a la manera del Salmo 30, le agradecemos que a pesar de las dificultades, de nuestras infidelidades y de nuestros pecados, Él siempre estuvo con nosotros. Es aquí donde podemos unirnos a una sola voz con el salmista para decir “Señor, me has sacado de la tumba, me iba a la fosa y me has vuelto a la vida”.
La vida no es sencilla para nadie, todos sufrimos diferentes dramas. La desgracia, la tristeza, la enfermedad, los conflictos no distinguen entre hombres o mujeres, ricos o pobres, jóvenes o viejos. Todos estamos expuestos a lo mismo.
Qué bueno que reconociendo los dramas y las dificultades en nuestra vida, podamos ser agradecidos con Dios, no por las desgracias, sino porque a pesar de todo, Él estuvo siempre con nosotros.
Que en este tiempo puedas tomar un momento a solas o con tu familia para agradecer a Dios por tantas bendiciones y para dar las gracias por aquellas personas que te ayudaron en los momentos difíciles. “Así mi corazón te cantará sin callarse jamás ¡Señor, mi Dios, por siempre te alabaré!”.

DÍA NOVENO

Vivamos en la alegría
1 Tesalonicenses 5, 12-17
“Hermanos, les rogamos que se muestren agradecidos con los que trabajan para ustedes, los dirigen en el Señor y los corrigen. Ténganles mucho aprecio y cariño por lo que hacen. Y vivan en paz entre ustedes. Les rogamos también, hermanos, que reprendan a los indisciplinados, animen a los indecisos, sostengan a los débiles y tengan paciencia con todos. Cuiden que nadie devuelva a otro mal por mal, sino constantemente procuren el bien entre ustedes y con los demás. Estén siempre alegres, oren sin cesar y den gracias a Dios en toda ocasión; esta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos”.
Palabra de Dios: R/ Te alabamos Señor.

Reflexión:
Esta carta a los Tesalonicenses nos invita a estar alegres, pero cómo estar alegres cuando no hay trabajo, o salud, y por el contrario, lo que hay son deudas, hambre, enfermedad, conflictos y preocupaciones. La alegría según San Pablo, es la actitud agradecida, benévola y confiada.
Agradecidos con Dios y con los que nos rodean. Es lo contrario a las personas que con nada están conformes.
Benevolentes con amigos, familiares, compañeros de trabajo, vecinos, etc. Hablar con respeto, tratar a los demás con dignidad, hacer un favor a quien nos lo pida, estar prestos a ayudar a quien lo necesite. Vivir confiados en Dios y en su amor. Esto no implica sentarse a esperar que nos llegue todo. Sino confiar que Dios nos respalda en lo que hacemos sin importar si nos va bien o mal.
Podemos ser alegres y vivir la alegría cuando dejamos de de poner problema por todo.
La persona alegre reconoce entre lo importante y lo insignificante. El hombre o la mujer alegres le hacen la vida más fácil a los demás, se comportan con cortesía.
La alegría en esta Navidad y durante todo el año, es la mejor manera de evangelizar, de anunciar a otros que ha nacido el Mesías, que ha nacido Jesús en nuestro corazón.

Para el día de Navidad (25 de diciembre)
realizar la Oración en Familia frente al pesebre

Oración de la familia para la Noche Buena frente al pesebre
Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra:
En esta Noche Santa te queremos dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por las personas que trabajan con nosotros.
Bendícenos en este día tan especial en el que esperamos el nacimiento de tu Hijo. Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con alegría y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a nuestro mundo a llenar nuestras vidas.
Hoy al contemplar el pesebre recordamos especialmente a las familias que no tienen techo, alimento y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les ayuden a encontrar un cálido hogar. Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros corazones para que podamos regalarle a otros el amor que Tú nos muestras día a día. Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia.
Que junto con tus ángeles y arcángeles vivamos siempre alabándote y glorificándote.
(En este momento alguien de la familia pone al Niño Jesús en el pesebre o si ya está allí se coloca un pequeño cirio o velita delante de Él).
Santísima Virgen María, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y Madre nuestra, gracias por tu amor y protección. Sabemos que día a día intercedes por nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre.
Querido San José, gracias por ser padre y protector del Niño Jesús, te pedimos que ruegues a Dios por nosotros para que seamos una familia unida en el amor y podamos ser ejemplo de paz y reconciliación para los demás.
Amén
Rezar: 1 Padre Nuestro, 1 Ave María, 1 Gloria.

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