“Donde está el amor hay Trinidad” – Solemnidad 4 de junio

Diócesis de Ciudad del Este, Paraguay

Solemnidad 4 de junio

“Donde está el amor hay Trinidad”

Reconociendo como uno de lo más grandes misterios, hoy la Iglesia celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad. En este tiempo que nos toca vivir, es oportuno reflexionar sobre el Dios revelado por Jesucristo, considerando siempre que las expresiones humanas son pobres intentos para expresar lo inexpresable. La doctrina de la Iglesia nos enseña que adoramos a un solo Dios verdadero en tres Personas distintas. Podemos añadir que el abismo entre la infinitud de Dios y la limitación de las creaturas fue superado por la encarnación del Hijo eterno del Padre, quien asumió nuestra condición humana. Cristo es el puente que une la eternidad y el tiempo, Creador y creaturas, vida eterna y condición mortal. A través de sus enseñanzas y su mismo ser, Cristo nos va introduciendo en el misterio inagotable de Dios.

La imagen de Dios
Hay personas que consideran que la existencia de Dios es una amenaza contra nuestra libertad; creen que son incompatibles Dios y nuestra capacidad de decidir. Por eso optan por el ateísmo o por la indiferencia.
Otras personas ven a Dios como una auditoría incómoda, que controla minuciosamente todos nuestros actos y que está al acecho de la más pequeña

infracción para castigarnos, un juez implacable y además malicioso que busca sorprender en infracción para amonestar castigando.
Hay personas que ven a Dios como el supremo neurótico que nos impide ser felices y que actúa como el “aguafiestas” de nuestras alegrías prohibiendo todo lo que se relaciona con el gusto, el placer y el libre albedrío.
Existen también personas que consideran a Dios como un socio de negocios con quien se puede realizar transacciones ante las necesidades o deseos que tenemos. Si responde afirmativamente al pedido, entonces es bueno e incluso le pagamos algo, si ignora entonces se olvidó de nosotros.
Es natural que nos preguntemos por qué millones de seres, y entre ellos familiares y amigos nuestros, han desarrollado estos imaginarios negativos sobre Dios.

El Dios que Jesús nos revela
El Señor es el único Dios, y es necesario dejarse guiar por su Espíritu, porque Jesús estará con nosotros hasta el fin del mundo. Aquí aparecen las tres personas del único Dios Uno y Trino: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Por lo tanto, la Trinidad es la esencia de la identidad de Dios y de la vida de la Iglesia. Es también la esencia de la vida sacramental, porque pronunciamos su nombre al derramar el agua bautismal sobre la cabeza de los niños y también cuando recibimos el sacramento de la confirmación. La invocación a la Trinidad sirve de apertura a la eucaristía, sus oraciones inician a menudo invocando la Trinidad y con ella terminamos el rito de la misa; y así está presente igualmente en la administración de todos los sacramentos.
En la vida diaria estamos acostumbrados a trazar sobre nosotros el signo de la cruz “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”; con esta invocación empezamos y terminamos el día. Somos imagen y semejanza de Dios, por tanto, la vivencia de nuestra fe trinitaria debe llevarnos a realizar el deseo del Señor y construir la civilización del amor. “Donde está el amor hay Trinidad: el que ama, el amado, y el amor”(San Agustín).

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