Fieles Difuntos – Solemnidad 2 de noviembre
P. Alfonso Loaiza Loaiza.
Sacerdote Eudista,
desde Tetipac, México.
Solemnidad 2 de noviembre
Fieles Difuntos
“Porque si con el Señor vivimos, con Él morimos”
Somos fieles difuntos si hemos sido fieles servidores del Señor. Hemos sido creados no para la muerte sino para la vida. Dios nos llama a la felicidad con Él en la eternidad. Él no quiere la muerte del pecador sino que se arrepienta y viva, por eso envió a su Hijo Jesucristo al mundo para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.
Jesús nos llama «amigos» (Juan 15,15). Y como amigos debemos permanecer en su amor, escuchar y cumplir su Palabra. Si somos amigos de Jesús nada ni nadie nos arrebatará su amistad y amor, ni la muerte, ni la vida ni los ángeles, ni los demonios, ni lo presente, ni lo futuro, ni la altura, ni la profundidad, ni otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor Nuestro (Romanos 8, 38-39).
Nuestra vida está en las manos del Señor San Pablo nos dice pues si vivimos, vivimos para el Señor si morimos, para el Señor morimos, así si ya vivamos o muramos para el Señor somos. Porque Cristo murió a la vida para ser Señor de muertos y vivos.
La Iglesia en las exequias celebra la vida, pues para los que creemos en el Señor la vida no termina sino que se transforma. Y al deshacerse nuestra morada terrenal adquirimos una mansión eterna en el cielo. La muerte del creyente es como quedarse dormido para despertar a una vida nueva es pasar de esta morada terrena a la mansión que el Señor ha preparado a sus amigos.
La Iglesia acompaña el caminar del cristiano desde que nace hasta su muerte y sigue orando por él, ofrece la Eucaristía y todos los días ora por los difuntos en la Santa Misa y los recuerda permanentemente en las varias celebraciones. En cada altar se hace presente la petición de Santa Mónica a su hijo Agustín “enterrad este cuerpo donde deseais… pero recordadme en la misa cada día”.
Las reliquias del altar son de hermanos que vivieron santa y piadosamente su vida y hoy son bienaventurados en el cielo. El mejor recuerdo, nuestro agradecimiento y afecto por nuestros difuntos lo expresamos por ellos en la misa de cada día. Nuestra comunicación por ellos será especialmente en la Misa. Nosotros rogamos por ellos y ellos interceden por nosotros.
La mejor forma de prepararnos para una buena muerte es vivir bien la vida como cristianos comprometidos, porque “el que bien vive, bien muere”, porque si con el Señor vivimos, con Él morimos. El que es amigo de Cristo en su vida terrena lo será en la eternidad. Jesús no olvida a sus amigos.