Demos juntos estos pasos más

...en su mensaje a las familias

“Demos juntos estos pasos más”

La palabra de aliento es sobre todo esta: partir de vuestra situación real y desde allí intentar caminar juntos, juntos como esposos, juntos en vuestra familia, juntos con las demás familias, juntos con la Iglesia. Pienso en la parábola del buen samaritano, que encuentra a un hombre herido en el camino, se le acerca, se hace cargo de él y lo ayuda a reanudar el viaje. Justamente esto quisiera que la Iglesia fuera para vosotros. Un buen samaritano que se os acerca, cercano a vosotros y os ayuda a proseguir vuestro camino y a dar “un paso más”, aunque sea pequeño. Y no os olvidéis que la cercanía, compasión y ternura. Este es el estilo de Dios.

“Un paso más” hacia el matrimonio Podemos decir que cuando un hombre y una mujer se enamoran, Dios les ofrece un regalo: el matrimonio. Un don maravilloso, que tiene en sí mismo el poder del amor divino: fuerte, duradero, fiel, capaz de recuperarse después de cada fracaso o fragilidad. El matrimonio no es una formalidad que hay que cumplir. Uno no se casa para ser católico “con la etiqueta”, para obedecer a una regla, o porque lo dice la Iglesia o para hacer una fiesta; no, uno se casa porque quiere fundar el matrimonio en el amor de Cristo, que es sólido como una roca. En el matrimonio Cristo se entrega a vosotros, para que vosotros tengáis la fuerza de entregaros mutuamente. Ánimo, pues, ¡la vida familiar no es una misión imposible! Con la gracia del sacramento, Dios la convierte en un viaje maravilloso para emprender con Él, nunca solos. La familia no es un hermoso ideal, inalcanzable en la realidad. Dios garantiza su presencia en el matrimonio y en la familia, no solo en el día de la boda sino durante toda la vida. Y Él os sostiene cada día en vuestro camino. “Un paso más” para abrazar la cruz “Dios pone la verdad en cada uno de nosotros y no es posible malinterpretarla”. En el corazón de Chiara Dios puso la verdad de una vida santa, y por eso ella quiso proteger la vida de su hijo al precio de su misma vida. Y como esposa, junto a su marido, recorrió el camino del Evangelio de la familia de manera sencilla y espontánea. En el corazón de Chiara entró también la verdad de la cruz como don de sí misma, con una vida entregada a su familia, a la Iglesia y al mundo entero. Siempre necesitamos tener grandes ejemplos que nos estimulen. Que Chiara nos sirva de inspiración en nuestro camino de santidad, y que el Señor sostenga y haga fecunda cada cruz que las familias tienen que cargar. “Un paso más” hacia el perdón El perdón, hermanos y hermanas, cura todas las heridas; el perdón es un don que brota de la gracia con la que Cristo colma a la pareja y a toda la familia cuando lo dejamos actuar, cuando recurrimos a Él. Me hizo pensar en la fiesta que el padre organizó para el hijo pródigo en la parábola de Jesús (cf. Lc 15,20-24), solo que esta vez los que se habían perdido eran los padres, no el hijo. Los “padres pródigos”. Pero también esto es hermoso porque cuando los padres fallan, los hijos, al salir de la infancia, se dan cuenta de que ellos no son unos “súper héroes”, no son omnipotentes y, sobre todo, que no son perfectos. Vuestros hijos verán en vosotros algo mucho más importante, la humildad de pedirse perdón y la fuerza que habéis recibido del Señor para levantaros de la caída. De esto tienen verdaderamente necesidad. También ellos en su vida se equivocarán y descubrirán que no son perfectos, pero recordarán que el Señor vuelve a levantarnos, que todos somos pecadores perdonados, que debemos pedir perdón a los demás y también que debemos perdonarnos a nosotros mismos. Esta lección que han recibido permanecerá en sus corazones para siempre. “Un paso más” hacia la acogida En la familia se vive una dinámica de acogida, porque sobre todo los esposos se han acogido el uno al otro, como se lo dijeron mutuamente el día del matrimonio: “Yo te recibo a ti”. Y después, trayendo hijos al mundo, han acogido la vida de nuevas criaturas. Y mientras que en los contextos anónimos se suele rechazar al que es más débil, en las familias, en cambio, es natural acogerlo: un hijo con discapacidad, una persona anciana que necesita cuidados, un pariente en dificultad que no tiene a nadie. Y esto da esperanza. Las familias son lugares de acogida y qué problema sería si faltaran. ¡Un verdadero problema! Una sociedad sin familias acogedoras se volvería fría e invivible. Estas familias acogedoras y generosas son un poco el calor de la sociedad. “Un paso más” hacia la fraternidad En vuestra familia se expresa el ideal de la fraternidad. Además de ser marido y mujer, vosotros habéis vivido como hermanos en humanidad, como hermanos en experiencias religiosas diversas, como hermanos en el compromiso social. También esta es una escuela que se aprende en familia. Viviendo junto al que es diferente a mí, en la familia se aprende a ser hermanos y hermanas. Se aprende a superar divisiones, prejuicios, cerrazones y a construir juntos algo grande y hermoso, partiendo de lo que nos une. Ejemplos vividos nos hacen mirar con más confianza a nuestro mundo desgarrado por divisiones y enemistades. Queridos amigos, cada una de vuestras familias tiene una misión que cumplir en el mundo, un testimonio que dar. Los bautizados, en particular, estamos llamados a ser «un mensaje que el Espíritu Santo toma de la riqueza de Jesucristo y regala a su pueblo» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 21). Por eso os propongo que os hagais esta pregunta: ¿cuál es la palabra que el Señor quiere decir con nuestra vida a las personas que encontramos? ¿Qué “paso sucesivo” le pide hoy a nuestra familia? A mi familia, debe decir cada uno. Poneos a la escucha. Dejaos transformar por Él, para que también vosotros podáis transformar el mundo y hacerlo “casa” para quien necesita ser acogido, para quien necesita encontrar a Cristo y sentirse amado. Tenemos que vivir con la mirada puesta en el cielo, como le decían los beatos María y Luis Beltrame Quattrocchi a sus hijos, afrontando las fatigas y las alegrías de la vida “mirando siempre por encima del techo”. Os agradezco el compromiso de sacar adelante a vuestras familias. Adelante, con ánimo, con alegría. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí.

Extracto del discurso del Santo Padre Francisco durante el Festival de las Familias 2022 Copyright © Dicastero per la comunicazione – Libreria Editrice Vaticana

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